FIGURAS DESTACADAS

Didier Daurat

Didier Daurat tenía solo veinticinco años cuando ingresó en Latécoère y ya era famoso por sus hazañas. Fue movilizado en 1914 en el regimiento de infantería 163, y luchó unos dos años en aquellas trincheras llenas de barro, donde fue herido por un obús. En Vichy le curaron regular, pero aún así quiso volver al frente e ingresar en el ejército que todavía no se llamaba, Ejercito del Aire.

En 1916, Didier Daurat no sabía mucho de aviones ; no sabía pilotar, y quería aprender cuanto antes. El 16 de diciembre, tras unas cuantas clases, obtuvo el título de piloto y con él se fue a Châteauroux para completar y mejorar sus conocimientos. Tan solo unas semanas despues, el aún convaleciente, que a penas acababa de deshacerse de sus vendajes, empezó a aprender a pilotar, con los Caudron G.3 y G.4. Realizó un primer looping e integró el famoso escuadrón C-227, donde estaba Beppo de Massimi.

Juntos, realizaron diferentes misiones de observación y de exploración. Sirvieron de ejemplo. Debido a cambios de horario y destino, un día le tocó elejir al azar a otro tripulante ; durante el vuelo Daurat estuvo a dos pasos de la muerte (30 de mayo de 1917). Se salvó por chiripas de un ataque en toda regla de cinco Fokker, y logró volver a la base con un avión acribillado a balazos y un compañero medio muerto. Días más tarde, volvió a significarse por sus éxitos al descubrir la “Grosse Bertha”, un cañón de largo alcance que amenazaba París.

Ascendió a teniente y después a comandante, fué condecorado con la “ Croix de Guerre ” y la “ Legión de Honor ”, otra vez herido en vuelo, otra vez recuperado y listo para seguir pilotando ; entró a formar parte del escuadrón de caza Spad-87. Tanto ir y venir : era pues imposible que no topara por casualidad con su amigo italiano. El 15 de julio de 1919, obtuvo una excedencia de dos años y decidió incorporarse a las Líneas Aéreas de Latécoère en Toulouse.

La apertura de la Línea en dirección a África se fijó para el 1 de septiembre de 1919. Didier Daurat y Jean Dombray, cada uno al mando de un Breguet 14, tenían que reunirse en Alicante con Pierre Beauté y los sacos llenos de correo. El día 2 por la mañana, Daurat despegó el primero, rumbo a las costas marroquíes. A las 17 horas, aterrizó en Rabat y entregó a los oficiales las primeras cartas del servicio postal franco–marroquí.

Massimi le pidió que tomara el mando de la “aeroplaza” de Málaga y lo convenció para que organizase allí, una etapa, con taller de reparación y piezas de recambio en cantidades suficientes.

A partir del mes de octubre de 1920, Pierre Georges Latécoère, tuvo en cuenta los consejos de Massimi, y nombró Didier Daurat jefe de explotación. Recién confirmado en el cargo, Daurat superaba  las dificultades de toda clase, inyectaba nueva energía y motivación : el famoso “espíritu” de la Línea que garantizaba la continuidad de la empresa. Daurat gozaba de un evidente carisma, sabía hacerse respetar y dar órdenes. Redactó un reglamento sumamente preciso tocante a la puntualidad en el trabajo, el orden, etc, pero también sobre las primas de rendimiento y recompensas para animar a los empleados a cuidar del material.  Tal reglamento, obligaba a los pilotos a estar siempre muy atentos a todo y ponía raya a cualquier desvío.

Daurat era sévero y rígido pero tenía una energía inagotable. Se le tachaba de feroz, que lo era sin duda, pero sin embargo siempre daba el ejemplo, inflexible e inconmovible.

Joseph Kessel que también sufrió de la rigidez del escuadrón y participó en los primeros ensayos aeronáuticos, reconocía las cualidades tanto humanas como pedagógicas : “ Nada bueno saldrá de los pilotos si se les deja expresar su naturaleza. Pero si se les somete un objetivo común, y que dicho objetivo se les pone a un nivel a penas alcanzable para concentrar así todos sus esfuerzos en la competencia, en una emulación inacabable, convertiréis el hombre sin carácter en hombre de calidad.” 

Cada día el correo salía de Montaudran a la hora en punto, que hiciese sol o tormenta , y llegaba a Casablanca a la hora, independientemente de los obstáculos. 

Pronto, tal exactitud, desconocida en las demás líneas aéreas de aquellos años 1920-1925, dió un renombre a la Línea Toulouse-Marruecos que se convirtió luego en leyenda con Casablanca-Dakar hasta alcanzar máxima fama gracias a las proezas aéreas extraordinarias de Mermoz y de sus camaradas por toda América del Sur.

Debemos reconocer que Didier Daurat transformó un proyecto que expertos cualificados de la aviación francesa juzgaba loco, en una deslumbrante victoria.